Rafael Alberti Merello nació en El Puerto de Santa María el 16 de diciembre de 1902, quinto de los seis hijos que tuvo el matrimonio entre Agustín y María, nieto de bodegueros y proveedores de las cortes europeas.
En 1912 ingresa en el prestigioso colegio San Luis Gonzaga, de los jesuitas, de donde será expulsado. En 1917 su familia debe trasladarse a Madrid, donde visitará por primera vez el Museo del Prado.
Las copias realizadas de las grandes obras del Prado demuestran la pasión que Alberti sentía hacia este arte, hecho que le llevó a exponer sus obras, por vez primera, en el Ateneo de Madrid, y a participar posteriormente en el Salón Nacional de Otoño.
Tras la muerte de su padre se refugiará en la poesía y entrará en contacto con los que serían los padres de la Generación del 27. Desde ese momento comienza a publicar su primeros versos en diversas revistas.
En 1925 gana el Premio Nacional de Literatura con el libro "Mar y Tierra", posteriormente llamado "Marinero en Tierra", que será siempre su libro preferido, poseedor, según los críticos, de una frescura y atractivo difíciles de superar. En 1929 publicó "Sobre los Ángeles", que sería junto con "A la pintura" y "Retornos de lo vivo lejano" la cima de su obra poética.
Su espíritu militante y comprometido, que cristalizaría en la Guerra Civil, despierta bajo la dictadura del general Primo de Rivera (1923-1930). Alberti ve actuar los caballos de la dictadura en las vísperas de la II República. Plasma el despertar de su conciencia cívica en "Sobre los Ángeles", verdadero revulsivo y ajuste de cuentas con tintes surrealistas. "Comprendí -diría- que la poesía que hacíamos no era válida, que teníamos necesidad de otra cosa. No puedo tener las venas en un sitio y la sangre en otro".
Alberti fue precursor y antorcha de su generación en este compromiso. Escribe entonces "poesías como manifiestos" que pegaba en las paredes de las casas madrileñas. "Eran poesías duras y anárquicas, plagadas de palabrotas y protestas", explicó. Nacía un espíritu rebelde que estallaría en su plenitud con el advenimiento de la República y su ingreso en el Partido Comunista en 1931.
En 1930 se casa en Madrid con la escritora María Teresa León, con quien fundaría, años más tarde, la revista de literatura revolucionaria "Octubre". Durante esta época, tuvo lugar el primer encuentro entre Rafael Alberti y el poeta oriolano Miguel Hernández, en el que influyó con sus ideales comunistas. El poeta nunca separó su labor intelectual de su actividad política.
Becado por la Junta para la Ampliación de Estudios de la Segunda República Española viajó en 1932 a la Unión Soviética y trató a los escritores soviéticos de la época.
El año siguiente conoce a Pablo Neruda y, según dice en sus memorias, empieza a ser poeta en la calle. Escribió multitud de poemas satíricos y de agitación que recitó en los actos políticos, en las bibliotecas obreras y en las plazas públicas.
En 1933 asistió en Moscú como invitado al Primer Congreso de Escritores Soviéticos; a partir de 1934 inicia una gira por varios países americanos, y en 1936, año de la muerte de Lorca, intervino en España en la campaña por el Frente Popular. Durante la Guerra Civil se entrevistó con Stalin en Moscú.
En 1936 interviene en la campaña por el Frente Popular y funda la revista "El Mono Azul", signo de la Alianza de Intelectuales Antifascistas.
Fue a principios de ese mismo año cuanto tuvo lugar el desagradable acontecimiento de la detención de Miguel Hernández en Madrid. Esta detención suscitó una protesta publicada en el periódico El Socialista el 16 de enero de 1936 y que fue firmada por diversos intelectuales de la época, entre los que se encontraba el escritor gaditano.
Pasa Alberti la guerra a pie de trinchera pero con el ánimo atento a las musas. Su personal llanto por la muerte de Ignacio Sánchez Mejías, "Verte y no verte", aparece en 1935. Entretanto, se ocupa del secretariado de la Alianza de Intelectuales Antifascistas...
Durante la Guerra Civil se enroló en la aviación republicana, y en el transcurso del asedio a Madrid participó con la Junta de Salvamento Artístico en la evacuación de las obras de arte del Museo del Prado para evitar su destrucción, hecho que le inspiraría la obra teatral "Noche de guerra en el Museo del Prado", publicada en 1956.
En 1939, ante la inminente derrota del gobierno republicano se ve obligado a salir de España, no sin antes advertir a Miguel Hernández del peligro que corría con su intención de volver a Orihuela. Ése sería si último encuentro.
Se dirigirá a París junto a su esposa, donde Pablo Neruda los esperaba para brindarles su hospitalidad, aunque no fue su destino definitivo, ya que un año después deben salir huyendo hacia Argentina, lugar que les proporcionaría uno de los periodos más felices de su vida y donde nacerá su hija Aitana. Fue allí precisamente donde, a través de una carta a Pablo Neruda, tuvo noticia de la muerte de Miguel Hernández. Él sería el primero en homenajearle en la revista argentina "De Mar a Mar", en diciembre de 1942. Por su forma de morir, Alberti le puso el sobrenombre, junto a García Lorca y Antonio Machado, de "los poetas del sacrificio".
A principios de los años 60 abandona Argentina para trasladarse a Italia, tierra de sus antepasados, y relegará su actividad poética en favor de la pintura. Desde allí realizará viajes a otros lugares, entre ellos Moscú, donde recibirá el Premio Lenin de la Paz en 1965 que, junto al Cervantes de Literatura en 1983, fueron los más preciados para él.
Por fin, el 27 de abril de 1977, tras la muerte de Franco y el advenimiento de la monarquía democrática, regresa a España después de su largo exilio. Sus primeras palabras al descender del avión fueron: "Me fui con el puño cerrado y vuelvo con la mano abierta en señal de concordia entre todos los españoles". Uno de los primeros sitios que deseó visitar al llegar a España fue el Museo del Prado y el Casón del Buen Retiro.
Fue requerido por el Partido Comunista para presentarse como Diputado por Cádiz a las Cortes, realizando una singular campaña política por toda Andalucía. De esta manera presidiría, junto con Dolores Ibárruri ("La Pasionaria"), las primeras Cortes democráticas españolas, aunque pronto renunciará a su escaño para seguir siendo un poeta en la calle.
Los homenajes y premios, unidos a los recitales que inicia con Nuria Espert, se sucederán, influyendo en su actividad literaria, lo que le obligará a llevar siempre en el bolsillo un cuaderno del que saldrán diversos libros.
En 1988 fallece Mª Teresa León, su compañera de toda la vida. Un año más tarde, en 1989, publica "Canciones para Altaír", una colección de poemas eróticos dedicados a la escritora valenciana María Asunción Mateo, que se convertiría en su esposa en el verano de 1990.
Fue ese mismo año cuando asistió, en Orihuela y Alicante, al 48 aniversario de la muerte de Miguel Hernández, en el que recitó la elegía que, años atrás, el poeta oriolano dedicaría a su amigo Ramón Sijé.
Fue poeta, pintor, dramaturgo, político, historiador de su época, biógrafo de Lorca, Dalí, Buñuel, Aleixandre... y de sí mismo en sus cinco autorretratos, que son "Las Arboledas Perdidas", cinco volúmenes que escribió a lo largo de los últimos 20 años.
El Puerto de Santa María se convertiría en su lugar de retiro, donde recreó su pasado y escribió el último volumen de "La Alboleda Perdida". Con su muerte, el 28 de noviembre de 1999, desaparece la última imagen viva de la mítica Generación del 27.
MI HOMENAJE A ALBERTI
En el Libro de la Feria y Fiestas de Huércal-Overa del año 2006, publicaba yo un artículo dedicado a Rafael Alberti que empezaba con estos versos del escritor gaditano: "Tú no te irás, mi amor, y si te fueras, aun yéndote, mi amor, jamás te irías". Me parecen lindísimos, llenos de sentimiento, profundos y a la vez cercanos, sentidos y sinceros..., propios de su ingenio y de su arte.
Quiero rememorar aquí aquel ensayo como homenaje permanente a un hombre íntegro y comprometido con las circunstancias sociopolíticas de su tiempo.
Tras hacer un largo recorrido por su vida y obra, anteriormente expuesto, continuaba mi escrito diciendo:
"Es objetivo prioritario de este artículo conservar viva y latente la significación y memoria del poeta gaditano, en aras a ensalzar su figura en el acontecer de nuestra historia más reciente, porque Alberti es una de las personalidades más sobresalientes, inquietas y atrayentes que han desfilado por la historia de España. Su presencia como intelectual comprometido en la defensa de las libertades, será siempre un ejemplo para los/as jóvenes de cualquier época.
Escribir sobre Alberti es, cuando menos, un atrevimiento. Intentar plasmar en un papel la grandiosidad de su vida y su obra es casi imposible. La primera parte pretende en cierta medida recapitular los hechos más relevantes de su mítica vida ligada, durante casi un siglo, a los acontecimientos culturales, políticos y sociales más destacados de nuestro país.
De su obra qué decir: Rafael Alberti ha llenado con sus versos las páginas más importantes de la poesía contemporánea. Su pertenencia a la legendaria Generación del 27 lo liga al grupo de mayor esplendor poético del siglo XX, que él ha ido atravesando con una ética y dignidad encomiables. Es, sin duda, uno de los grandes poetas españoles, no sólo por la calidad literaria de su obra, sino por la capacidad que ha demostrado para llegar al pueblo, a todos/as los/as lectores/as.
En definitiva, hablamos de un insigne poeta, que a lo largo de su extensa vida ha creado una obra de inspiración, compromiso y gran belleza, con un coraje civil digno de su actividad militante y su saber hacer. Como diría en el momento de su muerte Antonio Gala: "Con Alberti desaparece la voz del poeta en la calle; testigo de la guerra terrible y de la posible reconciliación tardía; el último vestigio de la Generación del 27... Y en lo personal, un amigo, un maestro, un hermano mayor, el auténtico andaluz universal".
Permíteme, amigo mío, terminar mi trabajo versando unas coplas en honor a tu memoria. Sé a ciencia cierta que es el mejor homenaje que puedo hacerte. Va por ti, camarada.
Puño cerrado en la ida,
A la vuelta, mano abierta,
La esperanza de tu vida,
Enterrada, casi muerta.
Artista de pura cepa,
Con el pincel y la pluma,
Maestro de los maestros,
Genio desde la cuna.
Poeta de todos en uno,
En la tierra y en la mar,
Hermano de todo el mundo,
Abanderado de la PAZ.
Los ángeles embravecidos,
La corza y la paloma,
Tus versos tan sencillos,
Tus poemas de rico aroma.
Al galope, al galope,
Por las filas del PCE,
Justicia y libertad,
Para todos los de a pie.
Lorca, Machado, Hernández,
Poetas del sacrificio,
Huérfanas las bibliotecas,
Lloran vuestro suplicio.
Tú, poeta en la calle,
Gaditano de la bahía,
Par de Juan Panadero,
Puerto de Santa María.
Homenaje a ti, mi amigo,
Te alabo, admiro y venero,
Tu recuerdo en mi memoria,
Para siempre compañero.
VICENTE PARRA SÁNCHEZ, maestro, licenciado en Pedagogía por la Universidad de Granada.